Cuando tu ritmo dicta tu vida

Acostumbrado a vivir la vida a mi propio ritmo, dejando que otros tomen la delantera, sin velar por la competencia, solo por el hecho de saborear mejor cada momento vivido, es que mis tiempos se han salido de lo convencional. Celebro cuando otros ya celebraron, canto canciones que ya han pasado de moda, soy el último en enterarme de las novedades… pero, no crean, también tiene sus ventajas: vivo sin prisas, saboreo mejor las cosas sin el apuro de que haya otro detrás de mí esperando su turno, llego a las ofertas, es decir… tengo todo el tiempo del mundo para poder disfrutar mejor de las cosas y de las personas cuando estas ya han pasado su «tiempo de fama».

Muchos podrían llegar a pensar que soy un desastre, que no me preocupo por los otros (mis amigos, mi familia), que soy olvidadizo… pero no, no es eso, señoras y señores. El asunto es que decidí llevar mi vida al ritmo que puedo disfrutarla de verdad. Y a mí no se me da eso de tragarme todo de golpe y que venga otro plato. Necesito tomar agua, digerir, descansar, meditar, aprender…

Un corazón apasionado (Jarty) puede llevarte a vivir aventura tras aventura, sin dejar espacio entre una y otra, pero siempre hace falta un cerebro (Breny) que aporte espacio, tiempo, análisis… Porque si de vivir aventuras se trata, podemos vivir muchas, pero aprender de ellas solo podemos hacerlo si nos damos el permiso de detenernos en el tiempo para descubrir qué hay detrás de cada una. Eso es el equilibrio, eso es la vida misma.

Este 22 de julio fue el día del cerebro, celebramos a Breny por su inmenso aporte a nuestro mundo de conocimientos y aprendizajes. ¡Un brindis por esa cabeza pensante que nos pone los pies en la tierra para volar mejor!

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