La Pasión Mueve el Reloj

Nada como estar enamorado para entender, al cien por cien, que el tiempo es afectivo. Es así de simple y profundo a la vez.

Pero antes de esta revelación, vivía bajo el lema que me enseñó una gran amiga: «Primero el deber, después el querer». Una frase poderosa, dirigida por una mente maestra que, con el fin de priorizar el trabajo y el alcance de objetivos, se vale de un argumento poético para romantizar la labor. Debo decir que esa frase me encanta, y hasta ahora la utilizo, pero ahora entendiendo el verdadero valor y sentido que le damos al tiempo.

Y no fue hasta que decidí cambiar de hábitos para comenzar a construir un nuevo YO que descubrí este valor. En mi afán de transformación, decidí usar mi tiempo de ocio para aprender cosas que me formaran y me llenaran de conocimiento. Así, bloqueé la «televisión basura» y comencé a darle más espacio a canales de formación y videos educativos que fueran en línea con la persona que estoy llamado a ser.

En ese proceso, descubrí un seminario que me abrió los ojos. Ya lo había visto por trozos en publicaciones de redes sociales, pero esta vez lo encontré completo. Para algunos les sonará el nombre Brian Tracy (si no, solo es cuestión de «googlearlo» en internet). Bien, el caso es que en ese seminario —uno de los más conocidos de este personaje— aprendí que el cien por cien de nuestras decisiones están regidas por las emociones, más que por la razón.

Poco a poco todo se me iba aclarando: las cosas a las que le doy prioridad es porque en el fondo existe un vínculo emocional que me une a esa labor, persona, acción o como quieras llamarlo. Dicho de manera más clara… cuando algo nos apasiona, le damos el tiempo. Y si no lo hay, lo sacamos de donde sea para dedicárselo a esa actividad que tanto nos llena el alma. ¿Quieres un ejemplo? Solo recuerda la primera vez que te enamoraste… podrías tener toda tu agenda llena de actividades, pero siempre había tiempo para dedicarle a tu pareja.

Tengo tantas pasiones que, cuando caigo en cuenta, mi día se fue sin darme cuenta del tiempo. Y muchos me dicen que cómo saco espacio para tantas cosas. Simplemente, me apasionan. Y sé que cuando me vuelva a enamorar, también tendré tiempo para eso. La vida misma.