Anteojeras para el alma: La clave para ver lo Bonito

Para que todo te parezca bonito, la mirada siempre debe estar fija al frente, sin mirar al lado… a menos que sea para ayudar a alguien a caminar contigo.

Cuando era niño, en mi ciudad, Santa Cruz de la Sierra, aún se usaban las carretas tiradas a caballo. Siempre me causaba curiosidad por qué esos animales llevaban unos artefactos en los ojos que les impedían ver a los lados. Hasta que mi padre me explicó que simplemente era para que no se distrajeran y siguieran su camino recto. Después de esa explicación, cada vez que veía un carruaje, ya fuera por mis lares o en películas, siempre ponía atención a si llevaban anteojeras (acabo de encontrar el nombre en Google). Y, por un lado, me parecía triste limitar el campo de visión de un ser vivo, evitando que apreciara toda la belleza que nuestro mundo trae consigo. Pero, por otro, era necesario generar tal concentración en el animal para que siguiera su camino con paso firme sin generar contratiempos o posibles accidentes por la distracción.

Sé que los seres humanos no funcionaríamos mejor con anteojeras físicas, pero la vida misma me ha enseñado que esos «blinders» o «winkers» —también se les llama así— los podemos generar desde nuestra parte racional (Breny). Nos sirven para filtrar todo aquello que nos pueda impedir ver con claridad el camino que llevamos por delante o el objetivo que nos hayamos propuesto.

He decidido que mis anteojeras me permitan ver siempre lo bonito de la vida. Sé que siempre habrá contratiempos, problemas, resbalones, tropiezos, caídas, huecos profundos, etc., pero nuestros «blinders» deben ser firmes para seguir apreciando con sutileza las bondades de estar vivo, porque eso es esencial para la supervivencia de nuestro corazón (Jarty). Eso es el equilibrio, eso es la vida misma.

PD: Nunca está de más decir que este dibujo es un tributo a Pau Donés (Jarabe de Palo), uno de mis grandes referentes a la hora de buscar lo bonito de la vida.