Muchas cosas se han aclarado para mi desde la vez que oí explicar que los hombres ordenamos nuestras ideas en cajas. Es más, he llegado a confirmar que esa es la razón por la que no relacionamos nada con nada. Cuando nos plantean un tema, lo que hacemos es abrir esa caja y hablar de ello. Y si entra otro asunto a la charla, nos tomamos un tiempo y abrimos otra caja en donde se encuentra guardado ese tema.
Me pasó que una colega me trajo un chocolate cuando volvió de viaje. Yo muy feliz lo recibo y me lo llevo a casa. Al otro día, de nuevo en el trabajo, me pregunta ¿Le gusto el dulce a «Claudia»?, se referia a mi esposa. En ese momento se me bloqueó el pensamiento con el cuestionamiento de por qué le tenía que gustar a «Claudia». El asunto era que yo había relacionado el nombre «Claudia» con lo que había a 10 metros a mi redonda. Y la unica «Claudia» que existía en ese momento era la recepcionista.
En fin, las cajas están en nuestro cerebro y sólo necesitamos de un poquito de tiempo para encontrar el tema a tratar.